domingo, 26 de junio de 2011

Lo sé.

Podría empezar a reírme. Sin control. Porque sí.
Podría ir al baño, coger una cuchilla, y ya sabéis el resto. Morir y esas cosas. Tranquilamente
Podría vivir. Aunque no sirva de nada, aunque la existencia sea un castigo. Sin motivo. Como la vida, sin motivos. No hay nada que hacer. No veo nada más allá de los próximos 5 segundos...
Acaban de pasar, esos cinco segundos...
Y quedan otros cinco...
Y otros...
Y otros.
Así hasta el 2050. O mañana. O igual ya estoy muerto, ya no soy yo.
Es verdad, no soy yo. Te acuerdas de aquel yo de 2010? No soy yo. Olvídate. La gente sí cambia, muere a cada segundo para ser otro, cambiar.
Sonrío ante la muerte. Niños, ancianos. Gente. Atropellada. Quemada. Qué más da, no tiene ni puta gracia. No me gusta. Pero me espera, y por ello sonrío. Sonrío porque sí veo el futuro. En verdad no sé cuándo, ni cómo, ni por qué, pero sé que muero. No quiero morir, pero sí quiero. Todo da igual, no sé lo que quiero.
Espera...sí lo sé.
A ti.

domingo, 19 de junio de 2011

Todo? Nada.

Se congregan olas de adamantio
en el temporal de primaveras sin oro.
Oh, Señor! Impasible niño
mira las rosas del volcán amanecer,
entre lluvias de tierra volcada
en un esplendor fugaz de civilizaciones del futuro fantasmal,
ilustre y nunca. Para siempre
corazón de meteoro y, hasta ayer, un remanso
de nutrias, de cestas de papiro
y de mesas de viento.
Arrastra con violencia los pies del destino
un bisonte supersónico de malevolencia fetal.
Tres, cuatro o tristeza
las formas de tu dios se transcriben
en ignorancia fútil para los astros
de la maleza y los bosques de las estrellas.
Busca plata! Porque sangre hallarás
entre los restos de la conciencia
y la juventud de las ballenas que deslizan,
impasibles, sus miradas imposibles, impermeables.
Queso, lechuga, carne o mercurio, siempre yo
y la nada, jamás en el desde, en el cuando
y en la espuma del vacío lleno de nada
y de todo.
Entonces la noche alza el grito de los perdidos
y se consume el tiempo bajo el estertor de la Luna.

Nota: Las frases en cursiva las escribió un hamijo, Brais, y las dejé porque mola.